De los bosques
y las selvas se utilizan productos
maderables para la industria de la construcción y de muebles, así como
combustibles para producir leña y carbón y, sobre todo, como pulpa para
elaborar papel. También de ellos provienen productos
no maderables, como alimentos, resinas, corcho, caucho, fibras y medicinas,
entre otros. La actividad que permite el acceso a los productos del bosque y de
la selva de be considerar no sólo su explotación, sino su conservación y regeneración,
que en los últimos años ha sido una de las mayores preocupaciones en el mundo.
Existen dos
grandes áreas de explotación forestal en el planeta: la primera corresponde a
las zonas de selva y bosque tropical localizadas entre los trópicos de Cáncer y
Capricornio, de donde se extrae madera como la caoba, el cedro, el ébano y la
ceiba, entre otras, que son utilizadas principalmente en la fabricación de
muebles.
La segunda se
ubica entre las zonas templadas y frías con presencia de extensos bosques de
coníferas, como pinos y abetos; estas maderas aportan 35% de la producción
mundial y la pulpa se destina a la elaboración de papel. Los países con
considerables recursos forestales son Rusia, Brasil, Canadá y Estados Unidos de
América.
La explotación forestal en México es poco
significativa debido a que la riqueza que una vez tuvo se redujo por la tala
inmoderada, por la quema de bosques y selvas y por la falta de técnicas de
renovación de este recurso.
Las entidades
con mayor existencia de bosques son Durango, Chihuahua, Jalisco, Michoacán,
Guerrero y Oaxaca; y en lo referente a selvas, los mayores recursos se distribuyen
en Chiapas, Oaxaca, Quintana Roo y Campeche. En México es vital fomentar una
cultura de la conservación, tanto para su cuidado como para su explotación.
Pese a la
reducción de los espacios forestales, se debe considerar que éstos son los
recursos más importantes de México, no sólo en lo productivo, sino por la
biodiversidad de su territorio, pues, como consecuencia de la variedad de
climas en México, hay selvas, bosques, matorrales y otras asociaciones
vegetales que, bien cuidadas y conservadas, permiten contar no sólo con los
recursos maderables y no maderables adecuados y suficientes, sino favorecer la
salud del clima de nuestro país y contribuir con la del mundo.
La correcta
explotación y conservación de los recursos forestales se traduce en una mejor
economía, en el mediano y largo plazo, para los habitantes de esos lugares.
Afortunadamente los recursos forestales son renovables, por lo que pueden incrementarse
con los métodos adecuados de conservación y rehabilitación.
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