LA CONTAMINACIÓN DEL AIRE Y LAS ENFERMEDADES RESPIRATORIAS
Los gases
tóxicos, el polvo o las sustancias químicas que penetran en el organismo son
emitidos a la atmosfera principalmente por las actividades industriales, las
emisiones vehiculares, agrícolas y ganaderas. Los altos índices de
concentración de contaminantes atmosféricos como el monóxido de carbono, los
óxidos de nitrógeno y el ozono afectan directamente las vías respiratorias y
agravan las enfermedades respiratorias. Respirar aire contaminado provoca
congestión nasal, dolor de cabeza, fatiga, resequedad en la garganta,
irritación de ojos, y la exposición prolongada puede causar enfermedades
respiratorias crónicas. En las grandes ciudades este problema se agudiza en
invierno, donde las condiciones naturales que dispersan los contaminantes
cambian, pues su difusión en la atmósfera es lenta y su concentración aumenta,
por lo que afecta la calidad del aire e incrementa las enfermedades
respiratorias.
MEDIDAS DE PREVENCIÓN
Todos estamos
expuestos al contagio de una enfermedad como las descritas, sin embargo, uno de
los pilares para el mantenimiento de la salud es la prevención, y tú, en parte,
puedes hacerte responsable de lograrlo.
Para mantenerte
en buen estado físico y mental debes llevar una vida sana. Esto lo logras con
hábitos como:
• seguir una buena nutrición consumiendo frutas y
verduras ricas en vitamina A y C, como parte de una dieta que responda a lo
aconsejado por el “Plato del Bien Comer”,
• mantener una buena higiene personal con las
siguientes acciones:
• lavarte las manos antes de comer y después de
ir al baño,
• cubrirte la
boca y la nariz al toser o estornudar,
• evitar el contacto con personas que tengan
alguna enfermedad respiratoria,
• evitar compartir objetos personales, como
utensilios para comer o beber,
• mantener limpio el lugar donde vives y tu
entorno en general (la escuela, tu casa, tu localidad y tu comunidad).
• practicar ejercicio,
• vestir de acuerdo con el clima, como mantenerse
abrigado en temporada invernal,
• evitar cambios bruscos de temperatura
(abrigarte demasiado puede ser tan peligroso como estar muy desabrigado, pues
si tienes calor y sudas, al quitarte el abrigo te expones a un cambio brusco de
temperatura),
• nunca automedicarte.
Si estás sano
tu sistema inmune será más fuerte para combatir cualquier agente que entre en
tu cuerpo y pueda infectarte.
La vacuna
contra la influenza es una medida de prevención muy efectiva. La vacuna debe
aplicarse lo más tempranamente posible antes de que comience el invierno, esto
es entre octubre y noviembre de cada año, y debe repetirse anualmente, ya que
cada año los virus se modifican, por lo que la vacuna sólo protege para ese
año.
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